Hacia un nuevo contrato político
Caralvá
Es muy preocupante el estado de la nación, tanto por la crisis internacional como por las
condiciones reales de nuestra economía.
En la nación pocos tienen el trabajo asegurado “de por vida” y una amplia capa social es
desempleada o tiene “trabajos informales”.
La transición hacia una nueva administración gubernamental experimenta turbulencias y
malos augurios, pero es tiempo de avanzar hacia propuestas concretas.
Si en realidad deseamos construir una base sólida para los futuros años debemos pensar
en que el Presidente de la República se convierta en el centro del consenso nacional, con
tal autoridad que aglutine el poder de la República y construya la estabilidad social.
¿Cómo podemos llegar a este nivel de encuentro social?
Por medio del mínimo acuerdo político de abandonar la violencia en todas sus formas,
situación que obliga a orientar el esfuerzo hacia el objetivo nacional de salir de la crisis
en paz.
Las fuerzas políticas con representación nacional deben construir un acuerdo político
aceptando las normas institucionales hacia concesiones mutuas: ganar-ganar que en
política significa, trabajar por la nación más que por un partido político.
La condición de un Acuerdo Político que abandone la violencia, con la rudeza que
pueda significar esta palabra, debe ser permanente, esta situación no es exagerada de
ninguna forma, si tienen dudas sobre este elemento, observemos el dramático caso de
Guatemala; la violencia acecha a un gobierno legítimo, pero secuestrado por la
corrupción. En poco tiempo podríamos seguir los pasos de Guatemala, con nuestra baja
cultura política y la tradición de acciones de fuerza que conocemos en toda nuestra
historia nacional, por esta razón trabajar por este complejo acuerdo debe ser un objetivo
para los siguientes 5 años.
Otro elemento fundamental es la defensa de la institucionalidad de la República en
todas sus expresiones, la cual debe funcionar.
Los poderes políticos ahora convergen hacia el presiden