Estimado señor Director
Estimados señores del equipo periodístico
Les ruego publicar la siguiente carta que dice relación con el asunto del Informe Especial
de TVN, del miércoles 16 del presente mes, acerca de los “médicos licenciosos”, y en
defensa de mi amigo el Dr. Fernando Oyarzún Hernández que, en la edición del día de
hoy, ustedes no han trepidado en presentar ante la opinión pública como un delincuente
cuyos antecedentes penales —que no los tiene— hay que dar a la publicidad como si se
tratara de un sujeto peligroso.
Ante todo unas líneas para presentarme y alejar cualquier sospecha —espero— de que
los amigos del Dr. Oyarzún, o cualquiera que ose defender el honor y el prestigio
profesional del mismo, sean necesariamente otros delincuentes. Mi nombre es Pedro A.
Zolezzi Cid, cédula n° 7.172.005-5, soy médico de profesión, en la especialidad de
psiquiatría, y amigo entrañable del Dr. Oyarzún Hernández desde nuestra época de
colegiales en el Instituto Salesiano de Valdivia.
No ejercí mucho tiempo mi profesión porque, siguiendo el llamado de una vocación más
profunda en mí, ingresé en un Monasterio trapense en nuestro país, que es desde donde
escribo. De eso hace ya 23 años, y el Señor me ha concedido una feliz perseverancia en la
vida religiosa; hago en ella, ahora, una excepción única en defensa de los más
elementales derechos a la honra de un amigo, en vista del silencio culpable y cobarde de
quienes en este momento deberían levantar la voz en la defensa, ya no de una persona
solamente, sino de la decencia mínima de nuestra convivencia cívica, y de la seguridad
ciudadana, de la que tanto se habla y por la cual tan poco se hace.
No voy a pronunciarme acerca de si el Dr. Oyarzún ha extendido a lo largo de su vida
profesional una, dos, tres o cien licencias médicas de cuya licitud profesional se pueda
dudar; lo conozco lo suficiente como para estar convencido que él no se gana la vida
traficando con licencias médicas. Me consta que tiene valores y condiciones
profesio