"Tempus fugit"
Por Carmen Dolores Hernández
Reseña del libro “La simetría del tiempo”, de Javier Avila
Domingo, 19 de Febrero de 2006/ Revista Letras
"Tempus fugit", dijo el poeta latino. Huye, efectivamente, el tiempo, llevándoselo todo en
su huída rauda o lenta. Y -en una simetría despiadada- lo que queda atrás, por más o
menos tiempo, son los tristes remanentes de lo que fue -en la realidad o el deseo- un
momento cabal y completo. Este tema vertebra el más reciente poemario de Javier Ávila,
quien en el 2004 publicó Vidrios ocultos en la alfombra (ambos fueron premio, en
distintos años, del certamen de poesía Olga Nolla que auspicia este diario).
Se trata de un tema poderoso; antiquísimo y tan nuevo como la visión de este joven poeta
que aquí entabla con el tiempo un diálogo riesgoso. Si el tiempo es el enemigo, ¿cómo
ganarle la partida? El primer poema del libro, "El pacto", ofrece una fórmula: la
perfección del instante debe quedar intacto, sin sujetarse a las contingencias de la
continuidad para no dar paso al deterioro: Arrastro el peso/ del compacto tiempo fiel que
abandonamos,/ para nunca degradar su perfección.
Tal respuesta se repite, con variaciones, a lo largo del libro. En "La miel en los labios" el
poeta se da licencia para soñar con un futuro pleno en que el paso del tiempo atestiguaría
el gozo continuado convertido en materia del recuerdo. La osadía de la esperanza resulta
burlada y borrado el sueño del futuro: Pero el sagaz cleptómano de justos calendarios/en
un instante raro de piedad/ pronosticó el horror de marchitarla/ y decidió raptarla con
súbita violencia./ No queda su belleza en el /futuro…
Tres perspectivas se suceden en el poemario, correspondientes a sus tres partes. La
primera, "Carencias", insiste sobre los huecos que deja la ausencia: de una persona (la
imagen de aquel fúnebre pasillo/ que abraza todavía la silueta de su adiós…); de un
idioma (…No hay nada/ exento del olvido y la extinción./ La pérdida es el fin de la
creación); de un recuerdo (…la ficc