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Candidatos
a discípulo
David Roper
Un examen
más detenido
de Lucas 9.57–62;
vea Mateo 8.19–22
a tenido usted alguna vez una mala
experiencia con una compra importante que
traía garantía por escrito de devolución del dinero?
Luego, más adelante, cuando el producto no
funcionó como se prometía, ¿solicitó usted un
reembolso, tan solo para oír: «Lo sentimos, pero el
problema que usted ha experimentado no lo cubre
la garantía. Por favor lea la letra menuda»?.1 Puede
que los humanos usen letra menuda, pero no así
Cristo. Cuando Él llamaba a los hombres a ser
discípulos, les decía exactamente lo que se les
exigía y lo que debían esperar.
En ningún otro campo es más aparente lo ante-
rior que en los textos que estamos estudiando
ahora. Jesús estaba en el camino a Jerusalén (Lucas
9.51). En esta ciudad le esperaban persecución y
tribulaciones, y al final, la muerte (Lucas 9.44).
Cuando Él iba «en el camino» (Lucas 9.57), se
encontró con tres candidatos a discípulo. El reto
que les planteó a estos no dejó duda alguna en
cuanto a la dedicación que Él esperaba.
Cuando uno lee lo que Cristo les dijo a estos
hombres, Sus palabras podrían parecer severas.
Sin embargo, hay varios aspectos que se deben
considerar. 1) La mayoría de nosotros no estamos
familiarizados con las costumbres de aquellos
tiempos. Un conocimiento de tales costumbres
podría hacer que se interpreten de modo diferente
las peticiones que se hicieron y la respuesta que dio
Jesús a estas. 2) El Señor podía leer la mente y el
corazón (Mateo 9.4; 12.25; Lucas 5.20, 22; 6.8; Juan
1.47; 2.25; 21.17c). Aun cuando la petición de una
persona parezca razonable, Jesús sabía lo que la
persona estaba pensando realmente. 3) Era una
batalla a la cual se dirigía Cristo. No tenía tiempo
para principiantes pusilánimes. 4) Jesús no requirió
nada de estos hombres que Él mismo no exigía de
sí mismo. En este estudio, me propongo atenuar la
severidad, sin suavizar las exigencias. Al igual que
en aquel tiempo, Cristo llama hoy a una total
consagración.
El texto primordial de este s