Gracias a la Vida, que me ha dado tanto. Es más que una canción,
es una actitud vital. Me ha dado la risa y me ha dado el llanto. No todo
el mundo es capaz de reír y de llorar.
Y me ha dado más. Me ha dado la valentía de pelear. No me
gusta la violencia pero hay que luchar por los sueños, por la
esperanza, por poder ejercer la creatividad en mi propia vida. Tengo
y quiero paz. Tengo y quiero alegría. Tengo y quiero amor y
felicidad.
Y, sin embargo, peleo sin remedio. Estoy destrozada pero
saldré adelante. Hace falta expresar los enfados para que no se
queden dentro. Un enfado en el interior corroe el alma y hay que
expresarlo hasta que se diluya.
Intento que la música me calme. Ahora busco cosas que
agradecer a la vida.
Sin toda esta locura pasada, yo no sería quien soy ahora. He
conquistado la esperanza, el optimismo, la creatividad, la capacidad
para luchar, la música, la fe en Dios o en la Vida, la confianza en la
propia vida. He conocido un profundo sufrimiento, pero no tengo
nada de que arrepentirme, salvo de los errores normales de un ser
vivo.
He conquistado la valentía y la serenidad. Y, en estos
momentos tan complicados de mi vida, no es fácil ser optimista y
mantener la esperanza en plena tormenta. No es fácil. Pero, ¿qué
mérito tiene que ser optimista en la calma? Hay que mantener la
esperanza y la lucha en los momentos más difíciles.
Debo mi ser al camino recorrido, a la experiencia, a la Vida.
Gracias a la vida. He conseguido evolucionar hasta por las peleas y
por los momentos difíciles.
Es muy difícil estar segura de que el agua cesará en plena
tormenta, pero el arco iris es un pacto que he elegido vivir en
plenitud. Lo hermoso es creer que escampará cuando nadie tiene la
certeza de que la tormenta cederá.
©Guillermina Díaz Cortés, 2009
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