¿Ciudades después del neoliberalismo?
Neil Smith
... más tarde me resultó evidente que había participado en un
acontecimiento único y valioso. Había vivido en una comuni-
dad donde la esperanza era más normal que la apatía o el cinis-
mo, donde la palabra «camarada» significaba camaradería
y no, como en la mayoría de los países, engaño. Había respi-
rado el aire de la igualdad.
George Orwell: Homenaje a Cataluña
El neoliberalismo ha supuesto un trayecto largo, difícil y violen-
to para millones, si no miles de millones de personas de todo
el mundo. La crisis financiera que empezó a revelarse públi-
camente en 2007 señaló en cierto sentido el final del neolibe-
ralismo, o eso han sugerido muchos comentaristas, pero también
dio lugar a una visión más amplia por parte de quienes se
ocupan más del capitalismo in toto que de su variante especí-
ficamente neoliberal. A diferencia de la llamada crisis econó-
mica asiática de 1997-1999, cuando las metáforas en vigor se
referían a la amenaza de «contagio», diez años después el
lenguaje se refirió a «activos tóxicos». El cambio de una metá-
fora epidemiológica por una ambiental puede que sea sinto-
mática de un cambio político más amplio en las ideologías
dominantes, pero las dos metáforas expresan además un cier-
to rechazo de la gravedad de las crisis. En 1997, «contagio»
expresaba el miedo a que un cuerpo por otra parte sano (el capi-
talismo europeo y norteamericano) fuera infectado por una
enfermedad económica (Asia); diez años después, el nuevo
lenguaje expresó un miedo paralelo, pero menos espacializa-
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do, de que un capitalismo sano quedara contaminado por una
toxicidad aberrante. Cuando esa contaminación se produjo de
hecho, y el propio capitalismo se volvió tóxico a escala global,
los financieros desesperados de todo el mundo exclamaron
asombrados: «¡Pero no es así como se suponía que iba a funcio-
nar el capitalismo!»
La función y la situación de las ciudades varió