jurista, pero qué duda cabe que el Tribunal Constitucio-
nal ha representado una referencia constante en la
defensa de los derechos fundamentales en la configura-
ción del Estado. En algunos momentos ha vivido una
excesiva politización. Creo que ha de ser un órgano al
que se deje trabajar con muchísima serenidad y con
muchísima paz, pero qué duda cabe que su trabajo ha
sido muy importante. Quiero dejar explícita y expresa
constancia de la importancia que ha tenido el recurso
de amparo, la importancia que creo que debe seguir
teniendo el recurso de amparo, y lo extraordinariamen-
te útil que sería que toda la jurisprudencia de nuestro
país tuviera siempre presente la jurisprudencia del Tri-
bunal Constitucional en materia de derechos funda-
mentales, lo que eliminaría enormemente los recursos
de amparo. Puede ser que haya un exceso de recursos
de amparo, pero lo que hay es una gran demanda de
protección de lo que los ciudadanos consideran que son
sus derechos fundamentales. Cuando el constituyente
—precisamente por una moción de quien fue vicepresi-
dente de nuestro consejo y decano de Granada, recien-
temente fallecido, don Luis Angulo Montes, abogado
práctico y por tanto que conoce lo que es la conflictivi-
dad— pide que sea precisamente la jurisdicción ordi-
naria quien aplique directamente la Constitución y sólo
en el caso de que esta aplicación no haya sido efectiva
se vaya en amparo al Tribunal Constitucional, le rinde
un gran servicio a la justicia, un gran servicio a los
derechos fundamentales y es imprescindible que esa
jurisprudencia entre, penetre y cale en los órganos de la
jurisdicción ordinaria. Esa es mi opinión y un poco mi
experiencia.
Por último, en cuanto a los elementos de nuestra
Constitución, qué ha sido lo mejor y qué le falta, yo
diría que el Estado está en permanente y constante
construcción aunque tenga un marco perfecto, una
Constitución perfecta. En ese sentido, el intérprete
máximo de la Constitución ha de ir permitiendo y
abriendo generosamente todas las aspiraciones de los
ciudadanos