MÉRICA LATINA ha crecido últimamente a un
ritmo en apariencia alentador, que promedia casi
el 4,8% entre 2004 y 2005 y será del 3,8% en
2006, según el FMI. Tales cifras reflejan una no-
table recuperación tras el promedio de 1,4% registrado en
1999–2003, pero no resultan tan auspiciosas ante una tasa
de crecimiento económico mundial más vigorosa, que se es-
tima en 4,7% para el período 2004–05 y se mantendría en
4,3% en 2006. Además, de acuerdo con las proyecciones, en
1997–2006 América Latina habrá crecido un 2,8%, y el
mundo un 3,9% en promedio, resultante de una tasa de
2,7% en las economías avanzadas y de 5,3% en los países
emergentes y en desarrollo. Esta disparidad de ingresos res-
pecto al crecimiento de las economías avanzadas y de otros
países en desarrollo, especialmente los asiáticos, es preocu-
pante. ¿Qué le sucede a América Latina? ¿Por qué su creci-
miento se ha rezagado tanto frente al de otras regiones
emergentes? ¿Ha progresado en los últimos años? ¿Avanza
en la dirección correcta?
No una sino dos “décadas perdidas”
En América Latina se dio en llamar a los años ochenta “la dé-
cada perdida” porque el producto per cápita registró una tasa
media de crecimiento negativo del 0,6% anual, después del
crecimiento excepcional del 3,8% de los años setenta, según
el promedio ponderado en función del PIB de las siete mayo-
res economías de la región. La mayoría de los países latino-
americanos sufrió graves crisis económicas, caracterizadas
por hiperinflación, incumplimiento de los pagos internacio-
nales de la deuda y profundas recesiones.
Los países intentaron estabilizar su situación macroeconó-
mica mediante estrategias no ortodoxas, con resultados cala-
mitosos. Brasil, por ejemplo, procuró frenar la inflación
recurriendo a una serie de planes no convencionales —como
el congelamiento de precios o de activos y toda clase de regí-
menes de tipo de cambio fijo— que fracasaron, uno tras
otro, porque no abordaban cuestiones fundamentales como
las políticas fiscales y monetarias laxas.
Hacia el final de la