CTUALMENTE, la ma-
yoría de las instituciones
de desarrollo procuran
fomentar una mejor ges-
tión pública para garantizar el éxi-
to de los proyectos que financian.
Sus esfuerzos al respecto se cen-
tran en evitar el enriquecimiento
ilícito de los funcionarios públi-
cos. Sin embargo, en la preven-
ción y reducción de
la
corrupción surgen proble-
mas cada vez más comple-
jos. La experiencia que ha
acumulado Transparency
International (TI) en esta
esfera pone claramente de
manifiesto que las inicia-
tivas anticorrupción son
cada vez más numerosas
pero deben hacer frente a
una gama enorme de activi-
dades corruptas.
Los indicadores de Transpar-
ency International sobre la percep-
ción de la corrupción muestran que el
soborno se ha generalizado en muchos países
en desarrollo y en transición, sobre todo de-
bido al bajo nivel de los salarios del sector
público y a la impunidad y codicia de los po-
líticos y los funcionarios de alto nivel. Parale-
lamente, las empresas transnacionales mues-
tran una considerable propensión a recurrir
al soborno. Para ser eficaz, toda iniciativa que
se emprenda para eliminar el soborno debe
reconocer y hacer frente a esta realidad.
Las entidades nacionales de lucha contra la
corrupción pueden ser cruciales para impe-
dir que ésta se generalice, pero son difíciles
de crear e, incluso una vez establecidas, fre-
cuentemente no alcanzan sus objetivos. A
veces, están tan sometidas a sus amos políti-
cos que no se atreven siquiera a investigar a
los funcionarios públicos más corruptos.
Además, pueden carecer de suficiente perso-
nal calificado o de facultades para entablar
acciones judiciales.
Un elemento clave para que estas entida-
des sean eficaces es que los que propugnan
mejoras en la calidad de la gestión pública
estén dispuestos a intercambiar ideas y aunar
esfuerzos para establecer prácticas óptimas.
A nuestro juicio, los organismos internacio-
nales pueden ejercer una función central en
este sentido, pero sólo en la medida en que
trabajen mancomunadamente con las auto-
ridades nac